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Bøger
Gueorgui Gospodínov

Las tempestálidas

  • Rafael Ramoshar citeretfor 2 år siden
    No hay nada casual a día de hoy en esta avalancha de personas que han perdido la memoria… Están aquí para decirnos algo. Y, créeme, algún día, más pronto que tarde, muchos empezarán por sí solos a descender al pasado, a «perder» la memoria por propia voluntad. Se avecinan tiempos en los que cada vez más personas desearán cobijarse en la cueva del pasado, volver atrás. Y no por buenas razones, precisamente. Debemos tener preparados los refugios antiaéreos del pasado. Llámalos «cronorrefugios», si lo prefieres, o «refugios históricos»
  • Rafael Ramoshar citeretfor 4 måneder siden
    recitó así a Polonio: «Son los mejores cómicos del mundo, tanto en lo trágico como en lo cómico; en lo histórico como en lo pastoral; en lo pastoral-cómico como en lo histórico-pastoral; en lo trágico-histórico como en lo trágico-cómico-histórico-pastoral, escena indivisible o poema limitado; para ellos, ni Séneca es demasiado profundo, ni Plauto demasiado ligero. Sea para recitar ateniéndose a las reglas del arte o para la libre improvisación, son los únicos del mundo»12. ¿Lo reconoces? Hamlet, escena ix, acto ii… Con este monólogo me presenté a la Academia de Teatro y Artes Cinematográficas en su momento. Sin éxito… Pero ahora tengo mi propia escuela. De vez en cuando invito a algunos de los profesores a que den alguna clase magistral. Los mismos que en su época me declararon «no apto». Y a cambio les doy un dinerillo…
  • Rafael Ramoshar citeretfor 4 måneder siden
    A Demby se le podría culpar de muchas cosas, pero el talento brotaba de él con generosa negligencia. Nunca quiso desarrollarlo, mostrar las cosas que hacía, introducirse en el mundillo de la fotografía. De qué me va a servir, decía forzando un poco la voz al estilo de los mafiosos italianos, hago lo que me apetece, gano bastante y tengo a las mujeres más guapas del barrio. Supongo que siempre mantuvo ese nivel. Me preguntaba si, a veces, no soñaba en secreto con abandonar el negocio para abrirse paso en el mundo del arte. Se lo pregunté. Respondió lo que me imaginaba. Que yo, como siempre, vivía en las nubes. Y que algún día, cuando tuviera suficiente dinero, él no haría otra cosa que arte, pero por el momento se conformaba con ir apuntando sus ideas en un cuaderno. Entonces no supe si estaba siendo irónico a mi costa o pensaba eso de verdad.
  • Rafael Ramoshar citeretfor 4 måneder siden
    Recordé que en los últimos cursos del instituto Demby había improvisado un estudio fotográfico en su propia habitación del ático. Recuerdo nítidamente la cortina opaca y tupida del tragaluz, la lamparita roja, las cubetas llenas de fijador y revelador. En aquella época, la aparición de una foto era todo un proceso, un trabajo, y, digámoslo así, un pequeño milagro. (Allí donde reina la oscuridad, duerme siempre un milagro).
  • Rafael Ramoshar citeretfor 4 måneder siden
    A Demby —con su barriga bien cuidada, como solía decirse por estos lares, aunque en realidad había sido regordete desde pequeño— todo se le daba bien. Ya desde primaria. Por entonces dibujaba furtivamente mujeres desnudas en el último folio de sus cuadernos y, como es comprensible, se excitaba en el proceso, así que corría a los aseos del colegio a masturbarse. En aquella época, todos los libros sobre sexo a los que teníamos acceso —dos en total, El hombre y la mujer en la intimidad y Enfermedades y trastornos de transmisión sexual— condenaban la masturbación como una actividad de riesgo que ocasionaba enfermedades gloriosas. Como mínimo, recuerdo la ceguera. A cambio de diez centavos, Demby nos prestaba los dibujos, por lo que más pronto que tarde también nosotros nos dirigíamos a ciegas hacia nuestra propia ceguera, por así decirlo, o cuando menos aumentábamos nuestras dioptrías. Qué remedio, los croquis y diagramas de parejas copulando en El hombre y la mujer en la intimidad se asemejaban más bien al corte transversal del motor de un automóvil con todos sus pistones.
  • Rafael Ramoshar citeretfor 5 måneder siden
    El ser humano cree que, pase lo que pase, quedará el invulnerable consuelo de la naturaleza. Siempre habrá primavera, verano y otoño, a los que sustituirá el invierno, y luego otra vez la primavera. Pero ni siquiera esto es seguro ya. Por cierto, según los celtas, una de las primeras señales del apocalipsis es la confusión de las estaciones.
  • Rafael Ramoshar citeretfor 5 måneder siden
    Entonces escuchamos el rumor. Una sombra comenzó a deslizarse sobre los árboles del jardín de Borís, y eso que no había ni rastro de nubes en el cielo. Levantamos la mirada todos a un tiempo. Transportada por trescientos drones, según informaron más tarde los noticiarios, la bandera pendía sobre nuestras cabezas. La mayor bandera búlgara jamás tejida, candidata al libro Guinness… (En este punto, unas valquirias de Wagner habrían encajado a la perfección, pero los organizadores se decantaron por el tradicional «Izlel e Delyo haydutin», la misma canción que enviaron al espacio en la sonda Voyager).
  • Rafael Ramoshar citeretfor 5 måneder siden
    todos los días los autobuses conducían a los descendientes de Simeón a Kapalıçarşı, el Gran Bazar de Estambul. Por qué molestarte en conquistar una ciudad si puedes irte de compras por ella.
  • Gabriela Soledad Garcéshar citeretfor 5 måneder siden
    Digamos que siento un especial apego por La montaña mágica
  • Gabriela Soledad Garcéshar citeretfor 5 måneder siden
    a «perder» la memoria por propia voluntad. Se avecinan tiempos en los que cada vez más personas desearán cobijarse en la cueva del pasado, volver atrás. Y no por buenas razones, precisamente. Debemos tener preparados los refugios antiaéreos del pasado. Llámalos «cronorrefugios», si lo prefieres, o «refugios históricos».
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