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Anne Stern

Luces y sombras en Berlín

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Berlín, 1922. Hulda Gold es una comadrona intrépida, tenaz y muy apreciada en el barrio donde reside. La Primera Guerra Mundial ha dejado a su paso profundas heridas y, aunque la joven República se caracteriza por una atmósfera de renovación, también está marcada por una gran pobreza. Caracterizada por su talante comprometido, Hulda es propensa a meterse en problemas. Cuando una de sus pacientes se muestra muy afectada por la muerte accidental de una vecina, la joven no puede evitar inmiscuirse. ¿Por qué el distante comisario de la Policía Criminal se interesa por este caso? Ella inicia sus propias pesquisas y desciende poco a poco a las profundidades de una ciudad en la que las luces y las sombras están estrechamente unidas.
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363 trykte sider
Oprindeligt udgivet
2021
Udgivelsesår
2021
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Vurderinger

  • Marta Rimoldihar delt en vurderingfor 3 år siden
    👍Værd at læse

    Realmente luces y sombras💚👍

  • Yolanda Cruzhar delt en vurderingsidste år
    👍Værd at læse
    🔮Overraskende

Citater

  • omarcalizayauab2har citeretsidste år
    Había sido un día cálido en el que ya se insinuaba el verano, y durante el cual habían caído un par de chaparrones. El tiempo propio de abril en mayo. Un ligero viento se levantó en ese momento, empezó a jugar con las pequeñas hojas de las hayas y los tilos, acarició los troncos de un gris plateado que brillaban en el crepúsculo, y Rita se estremeció. Se agarró a la barandilla y bajó la vista hacia el agua que corría por el Landwehrkanal. La atracción del abismo.

    En los primeros años de su matrimonio, ella y Konrad solían ir a bañarse, preferentemente en el Wannsee, donde la playa de arena se adentraba con suavidad en las pequeñas olas y el agua les bañaba los pies mientras la cabeza de Konrad subía y bajaba como una boya en el lago. Como ella no sabía nadar, se quedaba allí a contemplar el margen verde de la orilla, a los niños que jugaban. Sonrió a
  • omarcalizayauab2har citeretsidste år
    Miércoles, 24 de mayo de 1922

    EL OSO ESTABA erguido, parecía bailar. A su lado, el ciervo inclinaba hacia el suelo su poderosa cornamenta como si se rindiera. Rita acarició con los dedos el frío cobre de las feroces cabezas de león, que también estaban grabadas en la barandilla de hierro del puente y destellaban la luz amarillenta de las farolas. Alzó la cabeza y vio pasar el tren por la vía elevada, recortándose en el cielo de Berlín como la cola de un cometa, para desaparecer en la incipiente oscuridad nocturna en dirección a la Potsdamer Platz. Los faros se reflejaron en la negrura del agua, a sus pies
  • omarcalizayauab2har citeretsidste år
    Qué extraño —dijo Wolfgang—, fuera reina un silencio espectral, la luna brilla y aquí dentro interpreta usted una vida aparente. Y nosotros llegamos, no sabemos nada de las circunstancias del primer acto y permanecemos serios.

    Rheinsberg

    Kurt Tucholsky, 1912
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