Veo la fotografía de un animal que corre alegre tras mariposas una semana después de haber cargado a su cría por treinta horas cuando murió. Pienso en lo artificial del duelo, el tiempo que debe durar. Los expertos han determinado etapas de sentimentalidad. Sus agudezas, sus alivios, el tiempo normal de curación.
Ante la absurda urgencia por sanar pronto, el duelo quizá podría sintetizarse, meterse en una cajita de Lorenzo García Vega: aquí está el escenario del duelo por la relación, cabe en la palma. Quizá al abrirla se escucharía un grito, o saldría el polvo de las alas de una polilla muerta.