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49 Por eso las canciones de amor les cantan a los extremos: o bien cuando está por iniciarse –y allí se instalan los amantes en la cima del mundo– o bien a la disolución. No hay muchas que canten sobre lo cotidiano, las que lo hacen suelen ser grandísimas obras.

Ningún pueblo puede escuchar el canto, la cadencia melódica de su propia habla. Esa es la verdadera música de las esferas. Ser sordo a ella refuerza la tendencia a creer que habitamos el centro del mundo

138 “Cuando dejamos una película o un libro, haya o no terminado, queda el rumor, el tono de lo que fue narrado; y ese tono se abre paso y contamina lo que de inmediato nos pongamos a leer y a ver; en ese momento dos mundos conviven, hasta que el primero se desvanece en su estela. Algo así debe ser la muerte” (Diario, febrero de 1989).

Entre el deseo

y el espasmo

entre la potencia

y la existencia

entre la esencia

y el descenso

cae la sombra.

La artista francesa Orlan se sometió a una serie de operaciones plásticas para consignar en su rostro fragmentos de la representación de la belleza en el arte.

Así denominaba al detalle o pliegue inadecuado, prematuro o excedido, muchas veces difícil de ubicar, que legitima la perfección o la belleza de una obra de arte, musical o literaria.

Obras de arte ocultas que deben mantenerse en esa condición para subsistir.

1991 un grupo de voluntariosos boy scouts limpiaron grafitis que los turistas habían dejado en la zona de las grutas de Bruniquel en los Pirineos franceses. Su entusiasmo los llevó a borrar pinturas rupestres de más de quince mil años.

Los Lagerbordell eran espacios en los que se practicaba la esclavitud sexual con las prisioneras en algunos campos de concentración nazis.

la pareja siguió porque se había acostumbrado a su malhumor, se extinguió cuando se acostumbró a su belleza.