El trabajo del matemático inglés William Shanks es un ejemplo especialmente amargo de los peligros de la inexactitud. En 1853, Shanks anunció que había calculado hasta 530 decimales de la constante matemática básica, el número π, que relaciona el perímetro de una circunferencia con su diámetro («empieza» con 3,14159, y tiene infinitos decimales). Dedicó veinte años más a aproximar el número, pero, por desgracia, se había equivocado en el 528.º decimal, así que todo su trabajo posterior sería inútil. (Shanks no llegó a saberlo: el error se detectó después de su muerte.)