Horizonte Martina 1 – Martina con vistas al mar

—Entonces ¿por qué tienes uno?
—Porque mi madre, que es una jodida tarada, me llamó un día y me dijo: «Me he encontrado un gato en un contenedor y si no te lo quedas, caerá sobre tu conciencia el abandono y la consecuente muerte de un gatito recién nacido».

—Solo a ti podría darte miedo el concepto «diversión».
—Es que, en el poco tiempo que hace que te conozco, has demostrado tener una curiosa manera de divertirte que casi siempre implica que yo beba cosas que saben a rayos.

burlón. Así que… ¿por eso la abrazaba? ¿Iba a tener que compartir yo también mi vida sentimental con mis compañeros? «Tu nula vida sentimental», apuntó una vocecita impertinente en mi interior.

No, no fue mi meta porque no la creí posible, aunque me esforcé. Por mí. Por no decepcionarme.

Una gota gorda se desprende de una de las nubes y se precipita en caída libre hacia el suelo, que va haciéndose más real conforme avanzan los metros. Por fin se estrella sobre una superficie sedosa. Es el pelo oscuro de una chica que, aunque normalmente se lo recoge, hoy no ha encontrado el ánimo suficiente para hacerlo. Ha estado varios días sin salir de casa y considera que reunir la fuerza necesaria para meterse en la ducha y borrar del todo el olor de él en su piel es un gran paso.

«que cada vez que te vuelva a mirar me resulte más fácil morir que obligarme a decir la verdad»

—No quiero migajas. Ya las he tenido y nunca fue suficiente. No quiero volver a besar a nadie que no seas tú y no quiero sentarme a tu lado y fingir lo contrario. Si no puedes dármelo…, si no quieres arriesgarte, solo puedo pedirte que te vayas, Amaia. Estoy harto de decepciones y deudas morales. Contigo es diferente, pero si no quieres aceptarlo, vete. Porque me harás sufrir y no quiero odiarte por ello.

Yo lo quería más cerca. Siempre un poco más cerca, sin pensar que cuanto más cerca dejas a alguien vivir, más fácil será que te haga daño. Dicen que cuando uno se da por completo, jamás regresa entero…

Ser feliz a veces es tan complicado…, sobre todo cuando ni siquiera una misma sabe que lo conseguirá. ¿El trabajo de nuestros sueños? ¿Tener pareja? ¿Hijos? ¿Amigos? Y si una vida plena no nos llena, ¿qué más queda? Lo más difícil, lo que nunca caemos en la cuenta de hacer: llenarnos primero a nosotros mismos.

te cuento algo, ¿me prometes que lo olvidarás?
—No. ¿Me lo contarás aun así?
—Sí. Me gusta que no me mientas. —Los dos sonreímos como dos tontos—. La primera vez que te vi… en El Mar, hace años…, me quedé sin palabras. Tenía pensado decirte muchas cosas. Que te admiraba, que quería ser como tú, que aprendería de ti y de tu trabajo hasta ser buena de verdad. Pero te miré a los ojos y… me dejaste muda.
—Tú me has dejado mudo tantas veces…, siempre he tenido la certeza de que cambiarías mi vida.
—Cambiar una vida es algo fuerte, ¿no crees?
—Has cambiado mi concepto del amor hasta hacerlo manejable, terrenal y alcanzable. ¿Te parece poco?