Como psicoanalistas, debemos partir de la idea de que el otro es, fundamentalmente, un sujeto que podrá evocar en nosotros sentimientos, historias pasadas, personajes de nuestra vida, pero que, ante todo, es un semejante diferente, alguien que nos habla, como puede, de su sufrimiento. Y que, por más que nos recuerde a otros pacientes, a otras consultas, será siempre alguien diferente y habrá nuevas historias a develar, a explorar…