Un pez en el hielo

Y sin embargo Pavese pasó una semana antes de matarse. Se suicidó recién el sábado 26 de agosto. Renzi estaba conmovido con esos días finales. Pavese solo en la ciudad vacía. Busca la fuerza para matarse. Qué hizo. Vivió todavía ocho días más, aunque para sí mismo ya era un muerto. El condenado. El muerto vivo.

Cuánto tiempo puede sobrevivir, inmóvil, el pez en el hielo. Los ojos atentos a la blancura transparente; la inmovilidad total.

Querida, acaso tú eres de verdad la mejor, la verdadera. Pero ya no tengo tiempo de decírtelo, de hacértelo saber. Y además, aunque pudiese, queda la prueba, la prueba, el fracaso.»
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Sólo quien escribe un diario puede entender el diario que escriben otros.

Quizás era eso. O quizás tenía razón y pronto iba a encontrar a alguien que era él mismo (pelo crespo, anteojos, cara de sonámbulo) y entonces... ya sabía lo que le pasaba a los que encontraban a su doppelgaenger

a creer que teníamos un doble en el otro continente, el mundo era un espejo, y todo estaba duplicado pero fuera de lug

Lo que tememos más secretamente siempre ocurre

–¿Y qué hacés por acá? –preguntó. De pronto Renzi se escuchó decir:
–Vine para olvidarte.
–Yo también vine para olvidarte –

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.

Cuánto tiempo puede sobrevivir, inmóvil, el pez en el hielo. Los ojos atentos a la blancura transparente; la inmovilidad total.

El condenado. El muerto vivo.