Coge mi cara entre las manos con firmeza, con los pulgares en mis mejillas y el resto de sus dedos haciéndome cosquillas en el cuello y rozándome el pelo. Su boca se funde con la mía. Tanto que parece que hayan estado destinadas desde siempre a ser una sola. Y yo muevo mis labios con impaciencia para adaptarme a los suyos. Él me besa con desesperación, transmitiéndome todo el torrente de emociones que le bullen dentro. Y diría que son bastante parecidas a las mías. Con el primer roce de su lengua sobre la mía, se me funden los circuitos neuronales. Se me tensa el abdomen, se me escapan las mariposas en tal cantidad que alcanzan la categoría de plaga, y mi vientre me lo pide: quiero más. En unos segundos deja atrás la furia del primer contacto y torna el beso más delicado, más dulce, sin restarle profundidad. Sin perder la condición de intenso. Y yo dejo que sea él el que marque el ritmo, mientras no se separe de mi boca. Pongo la mano izquierda en su espalda, para impedir que se aleje, a pesar de que no parezca tener intenciones de hacerlo, y mi mano derecha trepa por su pecho hasta acariciar su cuello. Cam afloja la presión de sus manos en mi cabeza y
las deja resbalar provocando cosquillas por la piel de mi cuello y mis hombros, hasta envolverme con los brazos y estrecharme contra él en un abrazo íntimo. Y nuestras bocas no pierden el ritmo de un beso extraordinariamente perfecto. Cuando noto que se va extinguiendo nuestra mutua sed del otro, le muerdo suave el labio inferior. Él responde atrapando mi labio superior con los suyos, acariciándolo. Se aparta solo un milímetro y nuestras respiraciones se entremezclan en forma de jadeos entrecortados.
Puede que no sobre el aire en esta diminuta estancia. O puede ser que no sea precisamente aire lo que ahora mismo necesito para sobrevivir. Así que me lanzo de nuevo hacia su boca y la encuentro esperándome, entreabierta.
Esta vez es un beso más corto, pero con la misma magnitud emocional. Y él ha aflojado su abrazo antes de que nuestros labios dejen de rozarse. Y yo también me