El complot contra los Escipiones

Sí, las monedas estaban metidas en harina, así no hacían ruido con los barquinazos del carro y no despertaban sospechas.

Vario Rufo le alargó un hermosísimo estater de plata del reino de Siria.

Elio Prisco supo del escándalo poco tiempo después mientras disfrutaba de un periodo de descanso en Rímini en compañía del centurión Vario Rufo, que ahora era su ayudante de campo

Lucio Cornelio llamado el Asiático, que miró a la cara a su hermano, con expresión de espanto.

aquí la respuesta! —exclamó de nuevo Catón agitando la hoja de pergamino que tenía en la mano—.

Catón extrajo de debajo de los pliegues de la toga un rollo y lo desenrolló con gesto teatral.

Estaba frío y rígido. Debía de llevar tres o cuatro horas muerto.

Muchos no conseguían contener las lágrimas. Unos corrían al campamento
a difundir la noticia, otros hacían preguntas como si fuera posible encontrar una respuesta a aquella muerte enigmática e inexplicable.

cadáver que yacía al fondo en medio de un charco de sangre coagulada.

condujo fuera del campamento hacia los campos. En una especie de hondonada del terreno, invisible desde el campamento,
yacía el cuerpo exánime de Aulo Sabino con un puñal clavado en la espalda.