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Virginia Higa

Los sorrentinos

  • Sabrina Verónica Funeshar citeretfor 2 måneder siden
    Catrosha era una palabra que existía solo en esa familia y
  • Sabrina Verónica Funeshar citeretfor 2 måneder siden
    La palabra catrosho, en masculino, también existía, aunque no significaba exactamente lo mismo que catrosha, ni era despectiva
  • Sabrina Verónica Funeshar citeretfor 2 måneder siden
    Más que el sufrimiento, o el dolor, el gran enemigo de la familia era la mishadura. Le temían casi tanto como a la muerte.
  • Sabrina Verónica Funeshar citeretfor 2 måneder siden
    Sciaquada era la palabra con la que se nombraba en la familia a las mujeres sin gracia
  • Florhar citeretfor 3 måneder siden
    Pero la mishadura no tenía nada que ver con la pobreza o la riqueza.
  • Florhar citeretfor 3 måneder siden
    La familia consideraba que los buenos modales en la mesa eran la manifestación externa de un alma noble. Los modales más elegantes eran también los más simples: el cuchillo, al comer las pastas, resultaba innecesario. También les disgustaba que la gente acompañara los fideos con una cuchara, porque eso quería decir que no tenían la destreza de hilar una madeja de spaghetti que pudiera entrar en la boca con gracia y precisión.
  • Fernandohar citeretfor 3 år siden
    ¡Boh! No se rían de la prima Dorita. No es vanidosa, le falta pensamiento abstracto.
  • Fernandohar citeretfor 3 år siden
    Manuel, el hermano mayor de Virginia que había administrado Don Casimiro, tampoco había estudiado una carrera ni tenía profesión porque había confiado en hacerse cargo algún día de los negocios familiares. Antes de la apertura del restaurante, sus días habían consistido en salir con sus amigos, dar órdenes a los empleados del padre e ir al casino. Después del cierre, y a pesar de sentirse responsable por el fracaso comercial, retomó esas actividades para estar más tiempo fuera de casa.
  • Fernandohar citeretfor 3 år siden
    Virginia, que ya tenía sus propios hijos, se lamentaba en la mesa de no haber heredado los ojos celestes de su padre piamontés. Después de la muerte de Elvio, y durante muchos años, adquirió la costumbre de hacerlo responsable de muchos de sus propios fracasos. Decía que no la había dejado estudiar y que la había obligado a casarse, cuando lo que ella realmente había querido era ser detective o actriz de cine, y entrar por la alfombra roja del festival de Mar del Plata del brazo de Errol Flynn.

    –Si yo hubiese tenido ojos celestes –decía–, habría triunfado en la vida.
  • Fernandohar citeretfor 3 år siden
    En la habitación de empapelado amarillo, un único rayo de sol hacía bailar las motas de polvo que atravesaban el aire.
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