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John Fante

Llenos de vida

  • Añita Piñahar citeretfor 3 år siden
    ¡Mi casa! Cuatro dormitorios. Espacio. Dos ya estábamos instalados y otro venía de camino. Al final serían siete. Era mi sueño. Un hombre de treinta años aún estaba en condiciones de tener siete hijos. Joyce tenía veinticuatro. Un niño cada dos años. Llega uno, faltan seis. ¡Qué bello era el mundo! ¡Qué vasto el firmamento! ¡Qué rico el soñador! Naturalmente, tendríamos que añadir un par de habitaciones.
  • Dulce Maria Martínezhar citeretfor 4 år siden
    no quería ser padre, ni marido, ni siquiera hombre. Quería volver a tener seis o siete años, dormir en brazos de mi madre, y entonces me dormí y soñé con ella.
  • Dulce Maria Martínezhar citeretfor 4 år siden
    Junta todos los goces de este mundo

    y multiplícalos por el infinito:

    así es cada minuto celestial.
  • Dulce Maria Martínezhar citeretfor 4 år siden
    Para mí, la finalidad de un baño no era tanto limpiar el cuerpo como descansar la mente.
  • Dulce Maria Martínezhar citeretfor 4 år siden
    Mi madre hacía de tripas corazón y luchó como una leona para no desplomarse cuando nos abrazamos y nos dimos el beso de despedida.
  • Dulce Maria Martínezhar citeretfor 4 år siden
    Algún día serás viejo, y tendrás hijos, dentro de treinta y cinco o cuarenta años. Puede que te acuerdes de lo que tu padre te dijo esta noche: te matan todos los días.
  • Dulce Maria Martínezhar citeretfor 4 år siden
    ¿Qué podía replicarle a aquel rostro agrietado por el trabajo, endurecido por los años, dulcificado ahora por sus proyectos fantásticos y que se comportaba como si viviera dentro de ellos? Yo veía el cielo azul y los viejos limoneros, y los hierbajos que gemían a sus pies como un antiguo amor; él ya veía a sus nietos respirando aquel aire a pleno pulmón, revolcándose en la hierba, alimentados por la tierra con la que soñaba.
  • Dulce Maria Martínezhar citeretfor 4 år siden
    Por ejemplo, sabía desde hacía muchos años que la mejor manera de burlar a las brujas era llevar un pañuelo de flecos, porque cuando la bruja te atacaba se distraía contando los flecos y no acababa de pasar a la acción.
  • Dulce Maria Martínezhar citeretfor 4 år siden
    Tenía las manos de Belcebú, con callos y durezas puntiagudas, con dedos nudosos de albañil, rotos con frecuencia.
  • Dulce Maria Martínezhar citeretfor 4 år siden
    La vida sin nietos no era vida.
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