Siempre según Beaumont, el adulto gordo, aun sintiéndose diferente de los demás, se muestra como un ser satisfecho, con una visión optimista de la vida y del mundo. Lo que para el joven es motivo de tormento y de humillación, en la persona madura se transforma en pretexto para eximirse de cualquier compromiso o responsabilidad, encontrándose de este modo en una especie de limbo donde predominan la complacencia y el goce.