La circulación de manuscritos es un fenómeno que alcanzó una dimensión considerable en la España de los siglos XVI y XVII, aunque, por desgracia, no suele figurar como merece en los estudios sobre la cultura del Siglo de Oro, centrados especialmente en trazar los innegables progresos de la imprenta. La circulación de manuscritos es una atalaya desde la que mirar y acercarse a la historia cultural de los siglos XVI y XVII en sus más diversos escenarios sociales y políticos: desde los escritorios públicos para iletrados a la propia retórica de la majestad real, desde las escrituras propiciatorias y mágicas a los cuestionarios que los cronistas enviaban a los propietarios de archivos, pasando por libelos de vecinos y críticas al rey o el coleccionismo bibliofílico. La adopción de esta perspectiva no supone, por supuesto, que se haya olvidado lo tipográfico, por no hablar de lo visual y de lo oral. No obstante, ella sola permite elevar una síntesis explicativa de la historia cultural del Siglo de Oro como un período que reflexionó continua y conscientemente sobre las formas de expresión, difusión y memoria que tenía a su alcance.