Lo estás deseando

Nos dijimos que escuchar las quejas de nuestro amigo sobre los pormenores de su ruptura era como escuchar los lamentos de un alcohólico sobre la resaca: sí, el sufrimiento era palpable, pero qué difícil es empatizar con alguien que desconoce hasta tal punto las causas de sus propios problemas. Nos preguntábamos el uno al otro cuánto tiempo iba a seguir saliendo nuestro amigo con gente horrible para luego hacerse el sorprendido cuando lo trataran de forma horrible.

Mientras se besaban, descubrió que se había dejado llevar por una fantasía tan ególatra que le costaba incluso admitírsela a sí misma.

sí, el sufrimiento era palpable, pero qué difícil es empatizar con alguien que desconoce hasta tal punto las causas de sus propios problemas

¡Mentira! Sí que tiene gracia. Tu problema es que eres demasiado serio. ¡Oh, no! ¡Una chiquilla me maúlla! ¡Oh, no! ¡Alguien llama a mi puerta por la noche! En este mundo hay cosas peores que el que te maúllen. De acuerdo, tienes problemas..., ¿pero eso quiere decir que nadie puede reírse?

No confiaba en la capacidad del amor para provocarle otra cosa que no fuera dolor.

Era casi existencialmente desconcertante que dos personas que estuvieran tan próximas en el plano físico pudieran estar experimentando el mismo momento de una forma tan diferente

A veces sentía que toda su existencia se basaba en la idea de que perseguir el placer era menos importante que evitar el dolor.

A lo largo del día siguiente, a ratos se descubría sumida en un estado de ánimo gris y ensimismado, echaba en falta algo, y se dio cuenta de que echaba de menos a Robert, no al de verdad sino al Robert que había imaginado al otro lado de todos esos mensajes durante las vacaciones.

Después de irse a la universidad, Jessica llegó a creer que este primer impulso de vincular su propia experiencia a la de Polly había surgido de un ensimismamiento infantil, de la tentación de verse a sí misma como el punto central alrededor del cual giraba el resto del universo.

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