Pierre Bayard

Cómo hablar de los libros que no se han leído

  • Berenice Torreshar citeretsidste år
    Tener, si no las mismas lecturas, al menos lecturas comunes con el otro —lo cual quiere decir, de hecho, las mismas no-lecturas— es una de las condiciones de una buena alianza amorosa. De ahí la necesidad, desde el comienzo de la relación, de mostrarse a la altura de las expectativas del ser amado haciéndole sentir la proximidad de nuestras bibliotecas interiores.
  • Berenice Torreshar citeretsidste år
    somos también la totalidad de esos libros acumulados, que nos han fabricado poco a poco y de los que no nos podemos separar sin sufrimiento.
  • Diego Camposhar citeretfor 6 måneder siden
    La particularidad de la no-lectura del bibliotecario de Musil consiste en que su actitud no es pasiva, sino activa. Si muchas de las personas cultivadas son no-lectores y si, a la inversa, muchos no-lectores son personas cultivadas, es porque la no-lectura no coincide con la ausencia de lectura. Supone una verdadera actividad, consistente en organizarse en relación con la inmensidad de los libros, con el fin de no dejarse sumergir por ellos. A ese respecto, merece ser defendida e incluso enseñada
  • Diego Camposhar citeretfor 6 måneder siden
    Por eso, no haber leído tal o cual libro carece de importancia para la persona cultivada, pues si bien no está informada con precisión acerca de su contenido, es a menudo capaz de conocer su situación, es decir, el modo en que éste se dispone en relación con los otros libros.
  • Diego Camposhar citeretfor 6 måneder siden
    La sabiduría de semejante postura radica en la importancia que ésta confiere a la idea de totalidad, al sugerir que la verdadera cultura debe tender a la exhaustividad y no limitarse a la acumulación de conocimientos concretos. La búsqueda de esa totalidad conduce de hecho a proyectar una mirada diferente para cada libro, superando su individualidad para interesarse por las relaciones que éste mantiene con el resto
  • Diego Camposhar citeretfor 6 måneder siden
    nuestra relación con los libros no es ese proceso continuo y homogéneo que quieren hacernos creer ciertos críticos, ni el lugar de un conocimiento transparente de nosotros mismos, sino, antes bien, un espacio oscuro habitado por fragmentos de recuerdos y cuyo valor, incluido el creativo, se debe a los fantasmas imprecisos que por él circulan.
  • Grecia T.har citeretsidste år
    Vivimos aún en una sociedad, en vías de extinción bien es cierto, en que la lectura sigue siendo el objeto de una forma de sacralización. Esa sacralización apunta de manera privilegiada hacia cierto número de textos canónicos —la lista varía en función del entorno— que está prácticamente vedado no haber leído, so pena de ser desacreditado.
  • Josué Osbournehar citeretsidste år
    Las personas cultivadas lo saben —y sobre todo, para su desgracia, las personas no cultivadas lo ignoran—, la cultura es en primer lugar una cuestión de orientación. Ser culto no consiste en haber leído tal o cual libro, sino en saber orientarse en su conjunto, esto es, saber que forman un conjunto y estar en disposición de situar cada elemento en relación con el resto. El interior importa aquí menos que el exterior, o, si se prefiere, el interior del libro coincide con su exterior, pues lo que cuenta en cada libro son los libros adyacentes.
  • Adal Cortezhar citeretsidste år
    Muchos de los libros acerca de los cuales hemos tenido que pronunciarnos, y que han desempeñado, para algunos de nosotros, un papel importante en nuestras vidas, no han pasado nunca por nuestras manos (aunque a menudo estemos convencidos de lo contrario). Pero la manera en que los demás nos hablan de ellos o hablan entre sí, en sus textos y en sus conversaciones, nos permiten formarnos una idea de lo que contienen, e incluso formular un juicio argumentado a su propósito.
  • Adal Cortezhar citeretsidste år
    Quienes acudan a este libro para encandilar a sus profesores, amigos o amantes con disquisiciones librescas adquiridas sin esfuerzo, habrán cometido un error: el ensayo de Bayard es en realidad una estimulante reflexión a propósito de qué significa la lectura. Para resolver ese enigma, el autor se impone como tarea desenmascarar uno de los tabúes sociales más extendidos: el hecho de que en algún momento de nuestras vidas todos hayamos fingido haber leído un libro que nunca fue abierto.
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