Ella trae la lluvia (Spanish Edition)

Decir “te quiero” no es tan fácil.

Sirena, la Ballena, mi sombrero se cayó al mar… Calipso siguió durmiendo.

—Mi ta stimabo —susurré acariciándole el cabello.

—Awaseru —respondió ella entre sueños. Después de todo, no había estado tan equivocado. Calipso sí podía hablar a la medianoche.

su papá pasaba todo el día en alta mar. Incluso cuando estaba tierra adentro.

Porque los perros rojos se alimentan del miedo. El miedo no te deja pensar y ellos, más que nada, odian que la gente piense.

—¿Pero?

—Cuando tienes diez peces y diez personas, todos comen.

Lo miré sin comprender.

—¿Y?

—Pero cuando tienes diez peces y veinte personas, ¿qué pasa?

“Empiezas a decir que la otra mitad está ahuyentado a los peces”.

crecer entre tantos ejes viales, cables y concreto no evita que traiga a cuestas un océano.

había tenido sueños tan alucinantes que, aún despierto, seguían aturdiéndome.

vez después de enfrentarte con un monstruo marino no pierdes la voz. Tal vez nada más olvidas que también puedes hablar cuando estás despierta.

En efecto, estaban muertos.

Y no podía revivirlos.

Nuestro mundo transmutado en un acuario.