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Nora de la Cruz

Orillas

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  • Diana Gonzálezhar citeretfor 5 år siden
    No es miedo a la oscuridad, es que no veo bien de noche.
  • aicirtaPhar citeretsidste år
    ella dijo que eran de mi mamá, así que yo también tenía derecho a quererlas, pero me pareció que mi mamá era más de mi abuela que mía
  • aicirtaPhar citeretsidste år
    No soy una huérfana triste como las de los cuentos, porque tengo a mi papá y a Martha. Pero a veces, cuando la veo abrazar a Nico, o cuando me enfermo o me regaña, me pregunto si una mamá verdadera te quiere igual que una adoptiva, o si ese secreto solo podía compartirlo con la muchacha de la foto en blanco y negro que no mira de frente a la cámara, sino hacia un punto fuera del cuadro, y que no se sabe si está triste o contenta.
  • Natalia Ligahar citeretfor 2 år siden
    ¿Somos más de nuestros papás que de nuestros hijos? Creo que es una de esas cosas que los grandes dicen que vas a saber cuando crezcas, pero por ahora yo siento que sí.
  • Fernanda Toralhar citeretfor 3 år siden
    Había una televisión encendida en la que pasaban un programa de bromas grabadas con una cámara oculta, pero a nadie le hacían gracia porque estaban en silencio, igual que mi mamá.
  • Nataliahar citeretfor 3 år siden
    ¡Shhhh!, respondía mi hermana sin dejar de mirar a los grandes, pero yo nunca olvidaba mis dudas.
  • Isabel Jazmín Angeleshar citeretfor 3 år siden
    Sentía que mis papás y mi hermano podían escuchar hasta lo que pensaba, por eso me esforzaba en no pensar cuánto deseaba no estar con ellos
  • Añita Piñahar citeretfor 3 år siden
    Vi el puente y la parada de autobús; pensé que una vez que recibiera la urna con las cenizas de mi madre ya no tendría que volver nunca más a Progreso, pero la idea no me produjo alivio. Mi pueblo angosto y sucio desaparecía en el horizonte y con él se cancelarían mi infancia y mi juventud. ¿Era un hombre ahora que me había convertido en huérfano y estaba lejos del pasado?
  • Añita Piñahar citeretfor 3 år siden
    Mamá lavaba y tendía de noche porque era el único rato que teníamos libre: la vecindad en silencio, mis pasos sobre la escalera oxidada, la ropa percudida en otros tendederos, el sonido de la lana y mis manos entumidas por el peso y el frío me confirmaban algo sobre mí o sobre la vida, algo profundo, estaba seguro, aunque no podía nombrarlo con precisión.
  • Añita Piñahar citeretfor 3 år siden
    Nadie lo dijo, pero esa era la recámara de mi mamá: los muebles, a pesar del cuidado, se veían desgastados. Había calcomanías de gatitos pegadas alrededor del espejo del tocador, algunas ya casi desvanecidas. Hurgué un rato en los cajones y encontré ropa más o menos de mi talla, pero no me atreví a probarme nada. En el ropero había zapatos, casi todos bajos, y un solo par de tacón: unas zapatillas lisas color crema. En el tocador había un esmalte de uñas rojo y un frasco de perfume sin etiqueta. Acerqué el atomizador al dorso de mi muñeca lo más que pude y lo apreté. Una gota gruesa explotó sobre mi piel y escurrió un poco en mi zapato. Olía a mi mamá vestida de blanco en la puerta de la iglesia, del brazo de mi papá, a su sonrisa en la foto que más me gustaba de ella. En uno de los cajones de la cómoda había una caja de pañuelos forrada con listones y encajes. En un lado tenía un trozo de tela donde se leía «Flor Isela», bordado en manuscritas; del otro lado, un listón rosa decía «Secreto». Pesaba un poco. No la abrí. Me imaginé a una hija mía de 15 años hurgando en mi habitación y volví a guardarla de inmediato.
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