Ella sabía las cosas naturales, las cosas prácticas y las cosas misteriosas. Conocía, con sabiduría heredada, las plantas que cuidaba, sus necesidades elementales: cuándo floreaban o debían regarse, cuándo cambiarlas de sitio o hacerlas crecer junto a una vara de madera para que no se encorvasen. El recuerdo de mi madre se condensa en una imagen que va perdiendo nitidez: descalza en el jardín, un cigarro en la mano, una manguera en la otra, su perfil recortado contra la luz amarilla de la tarde.