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Martín Luis Guzmán

Obras completas, II

  • Cristina Liceagahar citeretfor 3 år siden
    Total: que hacer justicia, eso que en otras partes no supone sino virtudes modestas y consuetudinarias, exige en México vocación de héroe o de mártir
  • Cristina Liceagahar citeretfor 3 år siden
    Que recibe entre nosotros honra y poder, y, si a mano viene, aun puede proclamársele, al otro día de muerto, benemérito de la patria. Creen muchos que en México los jueces no hacen justicia por falta de honradez. Tonterías. Lo que ocurre es que la protección a la vida y a los bienes la imparten aquí los más violentos, los más inmorales, y eso convierte en una especie de instinto de conservación la inclinación de casi todos a aliarse con la inmoralidad y la violencia
  • Cristina Liceagahar citeretfor 3 år siden
    La calificación de los actos humanos no es sólo punto de moral, sino también de geografía física y de geografía política. Y siendo así, hay que considerar que México disfruta por ahora de una ética distinta de las que rigen en otras latitudes. ¿Se premia entre nosotros, o se respeta siquiera, al funcionario honrado y recto, quiero decir al funcionario a quien se tendría por honrado y recto en otros países? No; se le ataca, se le desprecia, se le fusila. ¿Y qué pasa aquí, en cambio, con el funcionario falso, prevaricador y ladrón, me refiero a aquel a quien se calificaría de tal en las naciones donde imperan los valores éticos comunes y corrientes?
  • Cristina Liceagahar citeretfor 3 år siden
    Todo ello, ni muy suculento ni muy abundante; pero junto a la miseria diaria, un banquete.

    De los indios de las haciendas, muchos habían caminado quince o veinte kilómetros y llevaban doce horas sin probar bocado; mas no por eso denotaban impaciencia o precipitación: aguardaban su turno con mansa dignidad. Luego, con la comida en las manos, iban a sentarse a la sombra de los árboles, para entregarse allí a morder, poco a poco, sus rollos de tortillas. Comían con tristeza fiel —con la tristeza fiel con que comen los perros de la calle—; pero lo hacían, al propio tiempo, con dignidad suprema, casi estática. Al mover las quijadas, las líneas del rostro se les conservaban inalterables.
  • Cristina Liceagahar citeretfor 3 år siden
    °, los dos tercios del número total de curules en el futuro Congreso Federal; 2°, el control de los poderes locales y municipales dondequiera que en estos momentos dominan los radicales progresistas o sus afines; 3°, el Ayuntamiento de la ciudad de México, y 4°, la mitad de las carteras del futuro gabinete.”
  • Cristina Liceagahar citeretfor 3 år siden
    —¡Agradecimiento! En política nada se agradece, puesto que nada se da. El favor o el servicio que se hacen son siempre los que a uno le convienen. El político, conscientemente, no obra nunca contra su interés. ¿Qué puede entonces agradecerse?
  • Ismael Herrerahar citeretfor 3 år siden
    ¡Un general federal que se dejó derrotar diez veces, siempre por pura cobardía, y que ahora tiene a mérito haber contribuido con sus propias derrotas, como él dice, a la gloria militar de la Revolución! Si el Caudillo fuera menos farsante, en vez de protegerlo, lo mandaba fusilar.
  • Ismael Herrerahar citeretfor 3 år siden
    —La Revolución no puede servirle de argumento. Acuérdese de 1913, cuando mandaba usted las tropas huertistas en Sonora; nosotros representábamos “las consideraciones de orden revolucionario”; usted luchaba por quienes las querían aplastar. Aténgase, pues; a las consideraciones legales y respóndame con franqueza.
  • Ismael Herrerahar citeretfor 3 år siden
    ¿Y qué pasa aquí, en cambio, con el funcionario falso, prevaricador y ladrón, me refiero a aquel a quien se calificaría de tal en las naciones donde imperan los valores éticos comunes y corrientes? Que recibe entre nosotros honra y poder
  • Ismael Herrerahar citeretfor 3 år siden
    la protección a la vida y a los bienes la imparten aquí los más violentos, los más inmorales, y eso convierte en una especie de instinto de conservación la inclinación de casi todos a aliarse con la inmoralidad y la violencia. Observa a la policía mexicana: en los grandes momentos siempre está de parte del malhechor o es ella misma el malhechor. Fíjate en nuestros procuradores de justicia: es mayor la consideración pública de que gozan mientras más son los asesinatos que dejan impunes. Fíjate en los abogados que defienden a nuestros reos: si alguna vez se atreven a cumplir con su deber, los poderes republicanos desenfundan la pistola y los acallan con amenazas de muerte, sin que haya entonces virtud capaz de protegerlos
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