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Enrique Serna

La sangre erguida

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En Barcelona, una ciudad libertina de fachada conservadora, se entrecruzan los destinos de tres varones maduros obsesionados con el funcionamiento de su miembro viril: el mexicano Bulmaro Díaz, reducido a la servidumbre y a la ruina económica por el despotismo sexual de una mulata dominicana, el catalán Ferrán Miralles, un apuesto galán impotente con una soterrada vocación de don Juan, que ha llegado virgen a los 47 años, paralizado por el miedo al fracaso y el argentino Juan Luis Kerlow, un actor porno en el declive de su carrera, que tiene el don de controlar sus erecciones con el poder de la mente. Ellos son los protagonistas de una tragicomedia erótica que escudriña los abismos neuróticos del machismo, la dimensión espiritual del deseo, el miedo a la desintegración de la personalidad en la entrega amorosa, la autonomía del pene con respecto a la voluntad y otros misterios que encierra. Orgía del lenguaje donde los dialectos regionales del español copulan en promiscuos malabarismos de estilo, La sangre erguida es al mismo tiempo un himno a la obscenidad, un arte del amar, un manifiesto romántico, una intriga picaresca del triple filo y una galería de personajes inolvidables.
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Vurderinger

  • Ricardohar delt en vurderingfor 3 år siden
    👍Værd at læse

Citater

  • Catalina Ariashar citeretfor 4 år siden
    Te he observado todos estos días, Ferrán, tú no puedes desear ni querer a nadie, porque todo el tiempo estás pensando en ti mismo. Para desear a una mujer hay que prestarle atención y tú eres un narcisista perdido. Ni cuando follas te dejas de ver al espejo.
  • Catalina Ariashar citeretfor 4 år siden
    Éramos tal para cual, y aunque a ratos su charla me resultaba sosa, porque le faltaba experiencia mundana, acepté con resignación el aburrimiento, como un elemento consustancial del matrimonio.
  • Catalina Ariashar citeretfor 4 år siden
    No lo negaré: mientras hacíamos el amor pensaba en mis anteriores conquistas. Pero que yo sepa, ni el mayor apóstol de la monogamia está obligado a ser fiel en el pensamiento.

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