Confieso no saber cómo se enamora y cómo se gana el corazón de las mujeres. Para mí han sido siempre objeto de enigma y de admiración. Algunas parecen tener solo un punto débil, mientras que otras parecen tener millares de avenidas, por lo que pueden ser conquistadas de mil maneras distintas. Es un gran triunfo ganar a una de las primeras, pero una mejor demostración de poder es mantener la posesión de una de las segundas, pues un hombre debe defender toda puerta y toda ventana de su fortaleza. Quien gane mil corazones comunes tiene derecho a obtener cierto renombre, pero quien mantiene el dominio indiscutible sobre el corazón de una coqueta es un héroe.