caso español es uno de los ejemplos más extremos del impacto de la financiarización de la vivienda como parte del movimiento de «socialización del crédito», por medio de la inclusión de sectores de bajos y medianos ingresos, y de los efectos de la hegemonía del complejo financiero-inmobiliario sobre la vida de las personas. En aquel país, la euforia de la expansión del crédito para comprar casa propia alimentó una orgía inmobiliaria –la expansión intensa y veloz de la construcción residencial constituyó una de las espinas dorsales de la economía política española a lo largo de más de una década–. Parte de esa riqueza se generó a través del mercado inmobiliario, que avanzó sobre las tierras del país, en varias regiones, ofreciendo un producto –la casa propia– accesible para las clases media y trabajadora a través del crédito hipotecario.