También he de recordar que el sexo es una de esas cosas –como la religión y la política– capaces de despertar sentimientos intensos e irracionales en personas por lo demás decentes y racionales. Mi madre no quería ser cruel, ni desearme la muerte. Ahora comprendo que de repente se sintió superada, y probablemente lamentó sus palabras, o quizá las colocó en una parte aislada de su mente.