—Pues yo también quería amar y que me amaran. Como ella. Pero tú mataste a todos aquellos que alguna vez me quisieron, hasta dejarme solo, hasta dejarme huérfano. Ahora no me sueltes... ¡Por el amor Dios! —Una lágrima recorrió mi mejilla—. No me dejes morir así en este charco... quiero que estés en mi agonía..