Knox esperó a que esta saliera de la sala antes de atraerme hacia él.
—Gracias, Naomi —susurró antes de posar los labios sobre los míos, cálidos, duros, implacables. Su mano me recorrió hasta el cuello y la mandíbula, y me retuvo mientras me besaba y me hacía olvidarlo todo excepto el remolino de emociones que me provocaba.
Se apartó con la mirada ardiente. Luego, me dio un beso en la frente y salió de la sala.