Sobrebeber

Japón; más concretamente la destilería Suntory en Hakushu. Produce cerca de cuatrocientos cincuenta millones de litros de whisky de malta al año, más que en toda Escocia

Y ahora, otro genuino Amis, el antiquato, fácil de hacer (para variar) y delicioso, aunque se me haya ocurrido a mí. Sobre unos cubitos de hielo, verter cuatro partes de whisky escocés y una parte del licor italiano amaretto. Añadir un par de toques de angostura, remover a conciencia y ya está. Los que se fijen en esas cosas, habrán reparado en que esta combinación de whisky —más dulzor— más amargor recuerda al «pasado de moda»; y claro está, «antiquato» es la traducción aproximada del término inglés old fashioned.

Creo que la bebida más repugnante que he probado en mi vida fue una cosa llamada mezcal que me ofrecieron en un mercado mexicano. Está hecho (según he descubierto) con la misma planta similar al áloe que nos proporciona el tequila, del que constituye una especie de versión barata, si tal cosa es imaginable. Cuando adquirí mi botella, llevaba un paquetito anudado al cuello. En su interior había lo que parecía ser una gamba con polvos de talco. «¿Y esto qué es?», le pregunté a mi amigo americano. «Eso es el gusano —repuso él—, es la mejor parte. No puedes probarlo sin él.» Pero yo lo intenté. Y la cabeza se me llenó de un sabor a garaje o taller mecánico: caucho caliente y plástico, aceite requemado y un pestazo a vapor de ácido clorhídrico procedente del coche en reparación. Cuando le vendí a Mack el resto de la botella, el hombre le echó dentro el gusano empolvado, la tapó de nuevo, removió y se sirvió un buen vaso de líquido grisáceo con motitas de color rosa. Antes le doy a la lejía.

Entre los espumosos, la marca líder es desde hace mucho tiempo Veuve de Vernay, elaborado con uvas de la zona de Burdeos y con el método cuve-close. Yo no soy el mejor juez para este tipo de cosas, pero dudo mucho que exista alguien que no lo encuentre perfectamente bebible y sabroso (y el gas siempre aporta alegría).

Mi receta, perfeccionada tras años de experimentación, es la siguiente (las proporciones no son inamovibles): ½ botella de vodka, 1 litro de zumo de tomate, 2 cucharadas de kétchup, 4 cucharadas de zumo de naranja, 4 cucharadas de zumo de limón, 1 cucharada (puede que más) de salsa Worcester, 1 cucharadita de sal de apio y mucho hielo.

El bloody mary es una pócima deliciosa y de lo más nutritiva. Es conocida en todas partes y resulta adecuadísima para una fiesta de domingo por la mañana o para una sesión etílica previa al brunch.

La ginebra con agua constituye una notable mejora de la ginebra con tónica: sale más barata, engorda menos y el empalago es menor porque no es ni dulce ni gaseosa. La ginebra es una bebida auténtica e interesante, cuidadosamente preparada con todas esas hierbas y demás, por lo que merece ser degustada sin alterar su sabor. Pruébala sin hielo, con un poquito de agua Malvern y nada más. Resulta muy reconfortante cuando hace frío. Hazlo de manera persistente y descubrirás claras diferencias entre las distintas marcas.

Si buscas una bebida más seria, te recomiendo la ginebra con agua, hielo y limón. Esta combinación es la preferida del comprensiblemente popular George Gale. Un consejo: que no se te vaya la mano con el agua

Un gintónic generoso resulta aceptable para aplacar la sed. Aunque es mejor mezclar la ginebra con el ginger ale de Schweppes (y mucho hielo). Yo diría que ésta es una de las grandes bebidas de nuestra época, y que casi merece la pena tirarte dos horas jugando al críquet antes de trasegarla.

El dipsómano y el abstemio no sólo están equivocados, sino que cometen el mismo error. Ambos consideran el vino como una droga y no como una bebida.

G. K. CHESTERTON