En 1968, durante el punto más álgido de las protestas estudiantiles, Echeverría fungió como secretario de Gobernación y, por consiguiente, era el responsable directo del ejército. Dos años después, cuando ya era presidente, culpó con habilidad a su predecesor Díaz Ordaz de la masacre estudiantil e intentó distanciarse del programa político del gobierno previo. Los analistas de esa época han señalado que la forma tardía y errática de populismo de Echeverría era consecuencia directa de su participación en la masacre, un mea culpa y un acto de contrición.