AL día siguiente, le conté todo a Pau a la hora del recreo. Pero no me quería creer.
—Isa, con la comida uno se llena la panza y punto, no se siente nada.
—Con esta comida, sí.
—No, Isa. Mira, lo que más me gusta es el arroz aguado y las albóndigas, y cuando mi mamá hace eso, me gusta y ya. Bueno, a lo mejor me sirvo dos veces, pero no siento nada.
—Es que yo estaba muy de malas y después de comer me sentí contenta.
—Eso le pasa a cualquiera. Yo, con hambre, que ni me hablen. Y después de comer ya estoy de buenas.
—No, no era eso. Era diferente.