En 1755, la Enciclopedia arrojaba una “o” a la basura: lo que hasta ese entonces se había llamado, en francés, “oeconomie” (oikonomía) se convierte en "économie” (economía). Al perder la “o”, la economía va perdiendo progresivamente la memoria de su sentido original (oikos, casa, nomos, ley), y se independiza de la gestión del resto de la sociedad, hasta el punto de presentar las leyes que enuncia como si fueran leyes naturales a las que sólo podemos suscribir.
Pero en la actualidad, la humanidad se ve confrontada con una exigencia apremiante: garantizar el bienestar de todos respetando los límites del planeta. Sólo un retorno a la oikonomía puede permitirnos conciliar las necesidades económicas con el hecho indiscutible de que los recursos naturales son limitados. Tal es el objeto de este pequeño tratado. Asumiendo plenamente su etimología, la oikonomía se convierte en la rama de la gobernanza que se aplica a los ámbitos particulares de la producción, la circulación y el consumo de bienes y servicios. Pierre Calame demuestra que, volviendo a ella, se hará posible garantizar a la sociedad el manejo colectivo y democrático de su propio destino.