El cadáver de un hombre desfigurado aparece flotando en un canal. No hay denuncias de desapariciones, el hombre no lleva documentación, ha perdido un zapato, y Brunetti sólo cuenta con el informe del forense para su investigación: el difunto sufría una extraña enfermedad. Sin embargo, el comisario tiene la rara intuición de que conoce a la víctima; inexplicablemente, sabe que tiene los ojos claros. Siguiendo el rastro de una posible pista, Brunetti llegará hasta el matadero de Preganziol, en Mestre, fuera de su territorio habitual, que proporciona carne a la ciudad de Venecia. La codicia de veterinarios corruptos pone en peligro la salud de los venecianos. Pero no todo el mundo está dispuesto a cambiar su honestidad profesional por dinero.