El gabinete de las hermanas Brontë

de álbumes temáticos. Comenzó la costumbre de niña haciendo un álbum de algas. Más tarde vendrían las numerosas series de álbumes de recuerdos, en su mayor parte colecciones de acuarelas enmarcadas que le hacían por encargo. Numerosos «álbumes de animales» ilustraban a sus mascotas

Los victorianos eran muy dados a componer álbumes, como si se tratase de expertos conservadores de cualquier colección que pudiera encajar en las páginas de aquella pequeña pieza de museo.

álbumes, como si se tratase de expertos conservadores de cualquier colección que pudiera encajar en las páginas de aquella pequeña pieza de museo. Los álbumes, junto con las vitrinas de Ward, formaban parte del entusiasmo por coleccionar, guardar, clasificar y organizar, especialmente cuando se trataba de conservar el pasado introduciéndolo en algún tipo de sistema permanente

Un tal Thomas Wilmot afirmó en 1894 que había capturado una imagen del «ángel» Charlotte Brontë, invocada por una médium, en una fotografía que muestra a una mujer que se acerca al espectador276.

Pero todo esto sucedió solo después

» captaban el ectoplasma u otros tipos de fluido, como el que se desprendía de los orificios de las médiums. Poco importaba que estas fotos y estas representaciones fueran fraudes; la fe en los espíritus se extendió rápidamente, tuvo su momento álgido en las décadas de 1860 y 1870 y se mantuvo imperturbable hasta principios del siglo XX, alimentando el coleccionismo de reliquias y recuerdos

directamente de la tierra de Gondal. Charlotte expresó sus recelos hacia las pasiones sobrenaturales durante sus paseos nocturnos, al igual que lo haría públicamente después de la muerte de Emily. «En aquella atmósfera eléctrica y recalentada por la tormenta parece que a veces respiramos rayos y centellas», se quejaría Charlotte años después

El volumen de poesía de las hermanas Brontë cosechó muchos rechazos. Finalmente, consiguieron convencer a una editorial pequeña, Aylott and Jones, para que lo publicara, previo pago de treinta y una libras y diez chelines, casi el sueldo anual de una institutriz. El delgado volumen, titulado Poems by Currer, Ellis, and Acton Bell [Poemas de Currer, Ellis y Acton Bell], apareció en mayo de 1846, encuadernado en tela verde con una greca en la portada alrededor de título, y el precio de cuatro chelines impreso justo debajo, un feo detalle comercial.

En el invierno de 1845, los escritorios de las Brontë no salieron de la casa parroquial. Todos los hermanos estaban desempleados. Poco después de que Anne dejara su trabajo con los Robinson, Branwell fue despedido (de su tercer empleo en cinco años), tal vez porque su jefe averiguase que se

Otro novelista del que también se sabe que poseía uno de estos equipos móviles era Anthony Trollope, que escribió muchas de sus obras sobre un «tablero» en el trayecto de tren a su puesto de trabajo en la oficina de correos. Quizá fuera este escritorio —donde él, como Austen, guardaba todo su dinero cuando estaba de viaje— el que un

Es probable que las hermanas Brontë llevaran consigo sus escritorios cuando fueran a trabajar como maestras e institutrices. Anne describió una situación horrible con un escritorio en Agnes Grey, basada posiblemente en su propia experiencia