Parecía mentira que alguna vez me hubiese sentido pequeño en esa misma cama en la que ahora era un gigante, con los pies casi rozando la madera del borde. Pensé que lo curioso era que aquello pudiese interpretarse en todos los aspectos; los lugares no cambiaban, la memoria
tampoco, ni siquiera los sucesos, tan solo éramos nosotros los que lo hacíamos, moldeándonos, resurgiendo, cayendo, convirtiéndonos en otros por dentro y por fuera.