Un resumen posible es que estoy enamorada de mi equipo y pocas cosas son más desmesuradas y movilizantes que enamorarse. Es algo excesivo, absurdo. En tiempos en que la fidelidad ya no es un valor y cualquier vínculo puede volverse efímero, ser de Boquita -Cupido adora los diminutivos- es un compromiso incondicional, dispuesto también al sufrimiento y la renuncia.