50 santos para llevar en el bolsillo

Un santo es alguien que ama a Dios, pero el amor a Dios solo puede medirse con el amor que se ofrece al prójimo, sin distinción alguna.

Cualquier cristiano que quiera mucho a su madre terrena, suele ser al mismo tiempo un apasionado de la Madre del cielo, pues los hijos que aman al Hijo no pueden separarlo de su Madre.

Desbordaba de amor por Dios, y no es extraño que la frase más repetida —unas doce mil veces— en sus numerosos escritos, sea: «Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2, 20).

En Rousseau solo vive el presente y el fugaz pasado, mientras que en san Agustín hay un futuro, llamado a ser eterno presente, para el encuentro con un Dios Amor que acoge a los pecadores.

Si realmente lo haces por amor, puedes hacer lo que quieras.

Este es el caso de san Agustín, que creó un nuevo género literario con Las Confesiones. Esta obra supone la entrada del yo en la literatura universal, aunque, a diferencia de otros relatos en primera persona, el yo llegó de la mano de la humildad y la sencillez,