Flores blancas para papá (Plan Lector Juvenil]

A veces creo que cuando dicen que crecer duele, es verdad. Y no solo duelen los huesos, sino también el alma. Es como si algo se estuviera perdiendo, escapando entre los dedos como un hilo de agua y uno no puede hacer nada.

Qué bueno sería tener menos años, ser un poco más ingenua y un poco más alegre para poder creerse sus propias historias.

Sí, se reía, por supuesto, como todo el mundo, pero descubrir su sonrisa era algo inédito, nuevo.

Usted me explicó una vez que una cosa era el deseo y otra el hecho, que pensar las cosas no era lo mismo que hacerlas. La primera vez que se lo escuché me pareció de una obviedad casi ridícula. Ahora sé que tenía razón.

A veces creo que cuando dicen que crecer duele, es verdad. Y no solo duelen los huesos, sino también el alma. Es como si algo se estuviera perdiendo, escapando entre los dedos como un hilo de agua y uno no puede hacer nada.

¿Cómo habría sido la vida de ese viejo que se estaba muriendo en la habitación de al lado? Ese hombre, al que se refería como a un extraño, era su abuelo. Se sorprendió a sí misma, ¿tan ajeno podía ser todo?

Todo es muy oscuro siempre.
Es como estar encerrado en un túnel todo el tiempo. Es como entrar a un laberinto sinuoso del cual no se puede salir. Y aunque quisiera, no tengo fuerzas para hacerlo.
Siento un cansancio infinito, pero sé que no puedo dormir porque no regreso.
Todo está muy oscuro.
Es como estar paralizada de frío o de miedo en el centro de una cueva oscura. Esta sensación la tengo desde hace muchos años. Desde que mamá nos trajo a vivir a esta ciudad.