es
Bøger
Martín Caparrós

Los Living

  • Diego Camposhar citeretfor 5 år siden
    Nos quieren convencer de que formamos parte de grandes conjuntos –una comunidad, una ciudad, un gremio, un país, la humanidad– y después resulta que cuando uno hace algo tan decisivo como nacer le importa a siete u ocho
  • Rafael Ramoshar citereti går
    Mamá, por supuesto, me creyó. No tenía por qué no creerme y, además, las mamás les creen a sus hijos. Hay mamás que creen a sus hijos para creerse a sí mismas –porque no creerles significaría aceptar que fueron incapaces de enseñarles a decir la verdad, y eso cuestionaría su propia capacidad para decirla o, al menos, para enseñar eso o cualquier otra cosa–; hay mamás que creen a sus hijos por comodidad –porque no creerles implicaría un esfuerzo tremendo para tratar de separar cada vez la verdad de la mentira y una espiral de desconfianza que terminaría por pudrir su relación con sus hijos y entonces la mamá, prudentemente, decide que es mejor creerle cualquier cosa, hasta la más inverosímil–; hay mamás que creen a sus hijos por orgullo –porque no aceptan que uno de su sangre sea un mentiroso redomado– o por desprecio –porque no imaginan que ese huevoncito culicagado lloriqueador empedernido pueda ser de pronto alguien con la inventiva necesaria para decir mentiras– o por idiocia –porque nunca fueron capaces de distinguir mentiras y verdades– o por escepticismo –porque han decidido que la verdad y la mentira se parecen demasiado y, por lo tanto, no tiene sentido tratar de diferenciarlas en general y, menos aún, cuando las dice su hijo– o por otras razones: por lo que sea, las mamás les creen a sus hijos casi siempre.
  • Rafael Ramoshar citereti går
    Cuando la inspectora revisó su currículum le ofreció unas horas como maestra de música; la señorita Alicia rechazó la oferta y no le dijo –pero pensó muy claramente–: si la música no me quiere, yo no voy a andarle mendigando. Su vida se estabilizó –por decirlo de algún modo– alrededor de la docencia. Al cabo de unos años –diez, doce, cuando la dejó un novio bancario que nunca llegó a ofrecerle matrimonio–, decidió adelgazar y adelgazó, pero eso no la hizo más bonita.
  • Rafael Ramoshar citereti går
    un plan consiste en hacer que otros hagan lo que uno decidió que iban a hacer. No es fácil: en general, los otros hacen cosas muy distintas de las que uno querría que hicieran; se podría decir incluso, entendí mucho después, que en eso consiste la vida: en ver cómo los demás hacen cosas tan distintas de las que uno querría. Por eso es importante un plan: un mecanismo para que la vida no se te escape de las manos.
  • Rafael Ramoshar citereti går
    No soy inteligente. Tardé –siempre he tardado tanto– en entender lo que ahora sé: cuando la gente grita es que todo es posible todavía.
  • Rafael Ramoshar citereti går
    Yo me preguntaba si no se cansarían de repetir lo mismo. Hasta que al final escuché a mamá con una voz demasiado tranquila que le decía que si así no le gustaba que se fuera, y después un silencio insoportable. Era mejor cuando gritaban.
    No soy inteligente. Tardé –siempre he tardado tanto– en entender lo que ahora sé: cuando la gente grita es que todo es posible todavía.
  • Rafael Ramoshar citereti går
    Cómo siente un perro la lluvia, por ejemplo: cuando un perro nota –de alguna forma nota– que lo que siempre es seco ya no es seco, que el aire es un espacio tan mojado como el agua que toma, que su propio cuerpo –sus pelos de su cuerpo– están mojados y le pesan e incluso le dan frío y todo le produce una incomodidad extraordinaria que es más incómoda porque no sabe qué es lo que le pasa, no sabe que eso que le pasa es un asunto pasajero, no sabe que en algún momento –no muy lejos– se va a secar y volver a su condición normal de seco, no sabe todo eso que hace que una persona –yo, cualquiera– pueda poner el fenómeno lluvia en su justo lugar. En cambio para un perro, cada vez, lo que le pasa es definitivo. Y que, al mismo tiempo, definitivo no significa nada para un perro.
  • Rafael Ramoshar citereti går
    Creo que fue en ese momento cuando empecé a pensar en la venganza.
    Porque yo estaba grande, me preguntaba cosas.
    Cómo siente un perro la lluvia, por ejemplo: cuando un perro nota –de alguna forma nota– que lo que siempre es seco ya no es seco, que el aire es un espacio tan mojado como el agua que toma, que su propio cuerpo –sus pelos de su cuerpo– están mojados y le pesan e incluso le dan frío y todo le produce una incomodidad extraordinaria que es más incómoda porque no sabe qué es lo que le pasa, no sabe que eso que le pasa es un asunto pasajero, no sabe que en algún momento –no muy lejos– se va a secar y volver a su condición normal de seco, no sabe todo eso que hace que una persona –yo, cualquiera– pueda poner el fenómeno lluvia en su justo lugar. En cambio para un perro, cada vez, lo que le pasa es definitivo. Y que, al mismo tiempo, definitivo no significa nada para un perro.
  • Rafael Ramoshar citereti går
    Los bichos eran amables, delicados: se miraban con su parva de ojos, se quedaban los dos parados tranquis en su rama y se hacían juegos con sus patas –uno levantaba las dos y tocaba las de la otra desde arriba, la otra cruzaba las suyas para agarrar una del macho, los dos las movían tan rápido y elegante que hacían un ruido de tren llegando a la estaciónhasta que pasaba algo o se cansaban o quizá se quedaban embarazados: el locutor no lo explicaba. A mí me gustó mucho más que lo que hacían los elefantes, las zarigüeyas, mamá y Beto. Me imaginaba con Jessi tocándonos los brazos, vos para acá yo para allá, frotando, refregando, espadeándonos de amor, y me quedaba mirando la lámpara del techo hasta que me dolían los ojos y no veía más nada.
  • Rafael Ramoshar citeretsidste måned
    temor horrible por lo que pueda pasar cuando se acabe –pero en cuanto le vea la cara me voy a dar cuenta del resultado del análisis, porque no puede ser que el tipo tenga la misma cara si te va a decir que está todo bien, que te podés ir a tu casa y tomarte unos vinos o que te tienen que internar para partirte el corazón en dos–, y, para unos pocos, sólo para los verdaderos artistas de la espera, desazón por lo que pueda pasar cuando se acabe porque nada les da más placer y tranquilidad que el momento, limpio, repleto de sí mismo, en que están esperando.
fb2epub
Træk og slip dine filer (ikke mere end 5 ad gangen)