Narrativa completa vol. 1

Supongo que, quienquiera que me haya cuidado, debió haber sido asombrosamente viejo, puesto que mi primera representación mental de una persona viva fue la de algo semejante a mí, pero retorcido, marchito y deteriorado como el castillo

Toda mi vida lo he observado y escuchado, y lo conozco bien. Al principio, sólo me contaba sencillas historias de playas serenas y puertos minúsculos; pero con los años se volvió más amigo y habló de otras cosas; de cosas más extrañas, más lejanas en el espacio y en el tiempo.

Sí, Thurber, hace mucho que decidí que había que pintar el terror de la vida lo mismo que se pinta su belleza, así que me puse a explorar en lugares donde tenía fundados motivos para saber que en ellos el terror existía.

Adquirí la costumbre de visitar a Pickman con cierta asiduidad, sobre todo desde que me puse a recoger material para una monografía sobre arte fantasmagórico.

lo que yo necesito son fantasmas humanos: los fantasmas de seres lo bastante refinados como para asomarse al infierno y comprender el significado de lo visto allí

Mi aspecto era asimismo una cuestión ajena a mi mente, ya que no había espejos en el castillo y me limitaba, por instinto, a verme como un semejante de las figuras juveniles que veía dibujadas o pintadas en los libros.

Una vez al otro lado, la frecuente presencia de gatos (que erizaban sus lomos al paso de los zoogs) anunció la proximidad de Ulthar; pues en Ulthar, según una antigua y muy importante ley, nadie puede matar un solo gato. Muy agradables eran los alrededores del Ulthar,

además, en Ulthar había quienes habían visto las huellas de los dioses; incluso vivía un sacerdote que había escalado una gran montaña para verlos danzar bajo la luz de la luna.

Entonces un zoog que era muy viejo recordó algo que los demás ignoraban y dijo que en Ulthar, al otro lado del río Skai, todavía existía un último ejemplar de los Manuscritos Pnakótico

Si estuviera en la región de nuestros sueños, no sería imposible llegar a ella.