Soy joven, tengo veinte años, pero no conozco de la vida más que la desesperación, el miedo, la muerte y el tránsito de una existencia llena de la más absurda superficialidad a un abismo de dolor. Veo a los pueblos lanzarse unos contra otros, y matarse sin rechistar, ignorantes, enloquecidos, dóciles, inocentes. Veo a los más ilustres cerebros del mundo inventar armas y frases para hacer posible todo eso durante más tiempo y con mayor refinamiento. Y, al igual que yo, se dan cuenta de ello todos los jóvenes de mi edad, aquí y entre los otros, en todo el mundo; conmigo lo está viviendo toda mi generación. ¿Qué harán nuestros padres si un día nos levantamos y les exigimos cuentas? ¿Qué esperan que hagamos cuando llegue una época en la que no haya guerra? Durante años enteros nuestra tarea ha sido matar; éste ha sido el primer oficio de nuestras vidas. Nuestro conocimiento de la vida se reduce a la muerte. ¿Qué más puede suceder después de esto? ¿Y qué será de nosotros?