James Hilton

Adiós, señor Chips

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    Se había ganado una gran fama de chistoso y siempre se esperaban salidas cómicas de él
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    todos los años en Brookfield. Y también, por cierto, lo que no había hecho ni haría jamás porque ya era tarde, por ejemplo: nunca había viajado en avión ni había asistido a un programa de entrevistas
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    ¿Había otros muchos chicos nuevos en aquel curso, señor? —preguntó Linford con timidez.
    —¿Eh? Pues… ¡Válgame Dios!… Yo no era un niño, qué va…, era un hombre…, ¡un joven de veintidós años! Y la próxima vez que vea a un hombre joven…, un maestro nuevo… que da su primera hora de estudio en el auditorio…, hum…, imagínese… lo que sentirá.
    —Pero, señor, si tenía veintidós años, entonces…
    —¿Sí? ¿Qué?
    —Ahora debe de ser… muy viejo, señor
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    Adiós, señor Chips…». Una novatada antigua: hacer creer a los nuevos que su verdadero nombre era Chips; era una tomadura de pelo casi tradicional. A él no lo molestaba. «Adiós, señor Chips…».
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    Pobre hombre…, qué vida tan triste ha debido de tener, siempre solo.
    —No siempre —respondió Merivale—. Estuvo casado, ¿no lo sabía?
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    Creo que les oí… a uno de ustedes… decir que era una lástima…, hum…, una lástima que no hubiera tenido hijos…, ¿no?… Pero los tengo, saben…, los tengo…
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    gran éxito de Hilton fue crear un personaje que es entrañable y humano a la vez. Lo más fácil habría sido construir la historia alrededor de los elogios al profesor perfecto, surcado por profundas arrugas y rebosante de sabiduría y genialidad
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    Palabras absurdas, porque al final, todo se olvida. Pero, a pesar de todo, Linford, se acordará y lo contará: «Le dije adiós a Chips la noche antes de que se muriera…»
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    Hilton recorre su crecimiento consiguiendo algo mucho mejor: hacerlo entrañablemente humano. El lector acompaña al señor Chipping en las circunstancias accidentales que hacen que alumnos, exalumnos y profesores lo santifiquen como un carismático sabio enamorado de las lenguas muertas
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    el lector lo aprecia, no solo como profesor, sino sobre todo como persona
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