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Bøger
Gustave Flaubert

Madame Bovary

  • Sameer R. Arenashar citeretfor 6 måneder siden
    había un médico muy viejo. Desde hace tiempo la señora Bovary acechaba su muerte,
  • Nancy Garcíahar citeretsidste år
    Comenzaron a bailar despacio, después más deprisa. Giraban y giraban; todo daba vueltas a su alrededor, las lámparas, los muebles, las paredes y el suelo como un disco sobre un eje. Al pasar
  • Nancy Garcíahar citeretsidste år
    A pesar de todo, Emma, siguiendo teorías que le parecieron buenas, quiso cultivar un poco el amor. A la luz de la luna, en el jardín, le susurraba todas las rimas apasionadas que sabía de memoria, le cantaba, suspirando, adagios melancólicos; pero, al final, ni ella estaba más excitada que al principio, ni Charles parecía más enamorado, ni más conmovido.
  • Nancy Garcíahar citeretsidste år
    Antes de casarse, Emma creyó que aquello era el amor
  • Jessica Masaya Portocarrerohar citeretfor 4 år siden
    n recibido como regalo de navidad. Se trataba de álbumes de estam
  • Iván Solíshar citeretfor 4 år siden
    Ahora podía cambiar las horas de las comidas, entrar y salir sin dar explicaciones, y cuando estaba muy cansado, tumbarse a la bartola en la cama. Así pues, se cuidó, se mimó y aceptó los consuelos que le daban
  • Iván Solíshar citeretfor 4 år siden
    Pero, ya que es la suerte que correremos todos, uno no debe dejarse morir. ¡Querer morir porque los demás mueren! Tiene que reaccionar, señor Bovary, ¡ya se le irá pasando! Venga a vernos, mi hija piensa en usted de vez en cuando, usted lo sabe, e incluso dice que usted se ha olvidado de nosotros. Pronto llegará la primavera; iremos a cazar unos conejos al monte, para distraerle un poco.
  • Iván Solíshar citeretfor 4 år siden
    Pero el mal ya estaba hecho. Ocho días más tarde, tendiendo la ropa en el patio, escupió sangre, y al día siguiente, mientras que Charles vuelto de espaldas corría las cortinas de la ventana, ella dijo: «¡Ah! ¡Díos mío!». Exhaló un suspiro y se desmayó. ¡Había muerto! ¡Vaya susto
  • Iván Solíshar citeretfor 4 år siden
    sobre el misal que no volvería a ir. Así que obedeció; pero la intrepidez del deseo ganó al servilismo de su conducta, y por una especie de ingenua hipocresía, estimó que esta prohibición de verla era para él como un derecho adquirido para amarla
  • Dorian Picazohar citeretfor 4 år siden
    Entonces un montón de sensaciones oprimidas en él, se desataron; aprendió de memoria cuplés que cantaba en las celebraciones, se entusiasmó con Béranger[10], aprendió a hacer ponches y, además, conoció el amor.
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