La Triple Frontera del Paraná, espacio transfronterizo constituido en torno al punto en que confluyen los límites políticos de Paraguay, Brasil y Argentina, se ha transformado en un importante polo de atracción de actividades ilícitas y por ende en una seria amenaza a la seguridad regional y hemisférica. Los altos niveles de corrupción y la extrema porosidad fronteriza, así como algunos otros elementos que caracterizan a la zona, facilitan la acción de contrabandistas, narcotraficantes, traficantes de armas, blanqueadores de dinero, etc., quienes motivados por el favorable «clima de negocios» –marcado por la debilidad y complicidad del Estado— y las altas ganancias han hecho de este espacio un centro de operaciones y punto neurálgico de las actividades ilícitas en Sudamérica.