Relatos de un hombre casado

No bolas, te estoy jodiendo. Cuando finalmente me penetraste, habías hecho un laburo previo magistral; cada vez que tiraba mi culo hacia atrás y vos te alejabas, te quería cagar a trompadas... me hiciste rogar por pija y después tuve el premio; solo que me empomaste como media hora y duro. Convengamos conque, el tamaño de tu pija, hay que bancárselo –dijo Matías

, es como si hubiésemos nacido equipados con un radar incorporado que nos hace percibir ciertas cosas o situaciones como para detectarnos mutuamente… –agregó

Matías, que continuó– para serte sincero, para mí no es nada nuevo todo esto; tengo clarísimo que está repleto de tipos bisexuales tapados como nosotros, solo que, aparentemente

Me sorprendió la idea de pensar que, recorriendo la década de mis cuarenta, el sexo comenzara a convertirse en una adicción.

“Esas cosas no se hacen…”

“Dejá el bóxer sin lavar, así me lo quedo de suvenir...”

A no ser que el gerente del hotel te ayude…

“Te queda bárbaro, vos estás bárbaro, me calenté mal y ahora de que me pinto"

Uy Dios; patas también peludas, bien pobladas de pelos... Qué lindo espectáculo me estaba brindando este tipo.

Yo pensé “No tenés idea de los servicios que te puede brindar este hotel...”