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Bøger
Juan Villoro

No soy un robot

  • Yatzel Roldánhar citeretfor 21 timer siden
    Los hikikomoris se sustraen a la banalidad del consumo, la meritocracia y las severas exigencias jerárquicas de Japón. En un mundo que renunció a la épica, se dan de baja. Son espectros de sí mismos, máquinas solteras, suicidas aplazados.
  • Yatzel Roldánhar citeretfor 21 timer siden
    Si en los años sesenta y setenta ser joven significaba irse de casa, ahora significa aislarse en ella. De pronto, un adolescente se sustrae del entorno donde hierve el agua y se reúne en la pantalla con amigos inmateriales. El fenómeno se ha vuelto preocupante en Japón, donde los autistas digitales son tipificados como hikikomoris (sustantivo que viene de «apartarse» o «recluirse»). Enrique Vila-Matas describe así a estos renunciantes: «Sienten tristeza y apenas tienen amigos, y la gran mayoría duerme o se tumba a lo largo del día, y miran la televisión o se concentran en el ordenador durante la noche. En Japón se les llama también solteros parásitos. O sea que aquellas máquinas solteras que inventara Duchamp se han hecho realidad».
  • Yatzel Roldánhar citeretfor 3 dage siden
    Walter Benjamin explicó que todo documento de cultura es también un documento de barbarie. L
  • Yatzel Roldánhar citeretfor 4 dage siden
    En Nostalgia de la luz, el cineasta chileno Patricio Guzmán viaja al desierto de Atacama, donde se ubica el observatorio óptico de Paranal. Su espléndido documental registra un dramático contraste: quien alza la mirada contempla las estrellas, quien la baja encuentra la tierra donde fueron enterradas numerosas víctimas de la dictadura.
    Cuando la tecnología se inserta en una red de significados que la anteceden, puede ser entendida de otro modo. En el cielo mexicano, la constelación de Pegaso recuerda nuestra híbrida naturaleza. En la tierra, es un ojo vigilante
  • Yatzel Roldánhar citeretfor 6 dage siden
    En 2003, a los veintiún años, Neil Harbisson inició un proyecto con el ingeniero informático Adam Montandon para paliar la deficiencia que lo aquejaba: era incapaz de ver colores. Un año después se le implantó una antena en el cerebro que sobresale unos diez centímetros por encima de su cabeza y que se integró al cuerpo de modo tan funcional que dejó de ser percibida como algo ajeno. Harbisson puede distinguir hasta 360 tonos cromáticos; además, es capaz de asociar colores con sonidos, rebasando las facultades humanas.
  • Yatzel Roldánhar citeretfor 9 dage siden
    Tener malicia es una certera y peligrosa señal de inteligencia.
  • Yatzel Roldánhar citeretfor 10 dage siden
    La expansión capitalista se alimenta de sí misma y no conoce límites.
  • Yatzel Roldánhar citeretfor 11 dage siden
    A esto se agrega otra limitación: frecuentamos menos a los demás y seguimos patrones de vida reglamentados. El cerebro se perfeccionó gracias a la necesidad de poner de acuerdo a personas complicadas. Esto no significa que las neuronas espejo, que se dejan afectar por la educación y la costumbre, fomenten necesariamente el trato democrático. Desde la cámara del rey hasta el más humilde taller, la inteligencia social se puede ejercer por medio del chantaje, la seducción, el engaño, la manipulación, la imposición eficaz y otras artimañas. El laberinto de las relaciones humanas alerta la mente. Si el Australopithecus incrementó su habilidad cognitiva por medio de la vida social, nosotros la perdemos por su ausencia.
  • Yatzel Roldánhar citeretfor 11 dage siden
    El neurofisiólogo mexicano Pablo Rudomín resume la inteligencia como la capacidad de resolver problemas y advierte que debemos distinguir entre inteligencia individual e inteligencia social. La segunda categoría es la que más ha cambiado. Aunque no faltan cerebros capaces de interesarse en el teorema de Fermat, la multitud pierde facultades. Usamos menos la cabeza, así de sencillo. Antes de la revolución digital, ir de un lugar a otro obligaba a orientarse en el territorio y retener informaciones. Ahora el GPS cumple la tarea y elimina destrezas memoriosas.
  • Yatzel Roldánhar citeretfor 13 dage siden
    La dependencia de los aparatos ya es indistinguible del afecto. En Mundo dron, Naief Yehya señala que la empresa de neuromarketing MindSign, con sede en San Diego, California, realizó un revelador estudio con ocho mujeres y ocho hombres de dieciocho a veinticinco años. Durante la investigación las áreas del cerebro estimuladas por el iPhone no mostraron los patrones habituales de la adicción, sino algo más profundo y difícil de describir: amor. En palabras de Martin Lindstrom, autor de Brandwashed: Tricks Companies Use to Manipulate Our Minds and Persuade Us to Buy: «Sus cerebros respondían de la misma manera como lo harían a sus novios, novias, sobrinos o mascotas [...] puede no tratarse de una adicción en el sentido médico, pero es amor verdadero».
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