Dios no hizo gordo a Ebenezer Paulraj. Lo hice yo.
Yo, Margaret Shanthi, lo hice con la única intención de vengarme. Para minar su autoestima y sacudir los mismos cimientos de su ser. Para librar a este mundo de una criatura que, si se le hubiera permitido seguir como era, delgado, esbelto, arrogante, habría seguido sembrando el dolor sin el menor remordimiento.