Maryse Condé

Yo, Tituba, la bruja de Salem

  • Frigáneahar citeretfor 2 år siden
    Cocinar tiene la gran ventaja de poder mantener el espíritu libre mientras las manos se atarean frenéticas, presas de una creatividad que tan solo les pertenece y les incumbe a ellas.
  • Rocío Toledohar citeretfor 8 måneder siden
    Era un padre, un salvador, ¡un refugio!
  • Rocío Toledohar citeretfor 8 måneder siden
    No es un nombre asante. Yao se lo inventó para dejar así bien claro que yo era hija de su voluntad y también de su imaginación. Hija de su amor.
  • Maricruz Barrera Chávezhar citeretfor 10 måneder siden
    Se decía. Se contaba. Se inventaba. Y el aire se llenó de un gran murmullo de palabras tenaces y suaves como las olas del mar.
  • Lizzette Canohar citeretsidste år
    Será preciso que la sangre inunde nuestra memoria. Que nuestros recuerdos floten en su superficie como nenúfares teñidos de rojo.
  • Lizzette Canohar citeretsidste år
    «No manches tu corazón. ¡No te vuelvas como ellos!». ¿Acaso vale la pena pagar tan alto precio por la libertad?
  • Frigáneahar citeretfor 2 år siden
    El cielo es mi trono

    y la tierra estrado de mis pies.
  • Claudia Hthar citeretfor 2 år siden
    ¿Dónde estaba Satanás realmente, entonces? ¿No se escondería quizá entre los pliegues de los abrigos de los jueces? ¿No hablaría entoces a través de la voz de los juristas y de los hombres de la Iglesia?
  • Jennifer Huerta Contrerashar citeretfor 21 timer siden
    Tituba, ¿acaso no me deseas?

    Y es que ahí era donde residía el problema. Yo deseaba a aquel hombre más que a nada en el mundo. Deseaba su amor como nunca había deseado el amor de ningún otro. Ni siquiera el de mi madre. Deseaba con toda mi alma que me tocara. Deseaba que me acariciara. Anhelaba con todas mis fuerzas el momento en el que me haría suya y las compuertas de mi cuerpo se abrirían de par en par para él, liberando las aguas del placer.
  • Jennifer Huerta Contrerashar citeretfor 21 timer siden
    Me di cuenta de que, pronunciada por sus labios, la palabra sonaba como un insulto. ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Acaso mi capacidad para comunicarme con los invisibles, para mantener vivo el lazo con los desaparecidos, para cuidar y curar no era un don superior de la naturaleza que más bien debería inspirar respeto, admiración y agradecimiento? Por consiguiente, si aceptásemos llamar «brujas» a quienes poseen dicho don, ¿no deberíamos agasajarlas y rendirles pleitesía en lugar de temerlas
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