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Verónica Murguía

El fuego verde

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  • Silvia Santaolallahar citeretfor 3 år siden
    Ya olvidé cómo escribir. Ya olvidé cómo reírme. No puedo casarme contigo, soy un fantasma. Quiero que me lleves a vivir con mi abuela. Vivir en silencio, verla sentada frente al telar y esperar a que se me quite la tristeza. Eso es todo lo que quiero.
  • Silvia Santaolallahar citeretfor 3 år siden
    ¡No es tu culpa! Nadie escoge enfermarse. Quien culpa a los enfermos es cobarde y no tiene caridad.
  • Silvia Santaolallahar citeretfor 3 år siden
    Bardo o relator de cuentos no puede saber el Sueño sin libro, a causa del gran número de colores de los caballos, la variedad de colores raros de las armas, vestimenta, capas preciosas y piedras mágicas
  • Silvia Santaolallahar citeretfor 3 år siden
    ¿cuántos años de arduo y amoroso trabajo representaba cada libro?
  • Silvia Santaolallahar citeretfor 3 år siden
    Sal al mundo, Luned. Regresa y canta las historias, y a mí, cuéntame cómo son los otros bosques, y la ciudad. Pero regresa. Que te vea yo una vez más.
  • Silvia Santaolallahar citeretfor 3 år siden
    Demne pensó: «Así han de ser las hadas», y se la imaginó coronada de flores y ataviada con una capa de plata.
  • Silvia Santaolallahar citeretfor 3 år siden
    Los cuenteros poseían poco pero no les faltaba nada y eran libres de ir por donde quisieran. Los demás, en cambio, temían la noche en el bosque.
  • Silvia Santaolallahar citeretfor 3 år siden
    No había más templo que el bosque y se adoraba a dioses tallados en troncos y coronados de flores bajo la bóveda verde.
  • aicirtaPhar citeretfor 4 år siden
    Tarde o temprano, los dos conocerían todo, absolutamente todo, acerca del otro, y el hastío los separaría. La vida seguiría frente a ellos como un camino demasiado largo; un camino que iba por un país ajeno e indiferente.
  • aicirtaPhar citeretfor 4 år siden
    —Si estuvieras en el mundo, ya estarías muerto, ¿sabes? —exclamó Luned.

    —Y a ti, ¿quién te dijo que la muerte es mala? Mala es la lepra, y mala la crueldad de los demás hombres y mujeres que nos rechazan. Pero no la muerte.
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